Por Beatriz Pelayo

El Diccionario del Español de México (2010), define el término «competencia» como el acto de esforzarse varias personas por alcanzar algo antes que las demás, en lugar de ellas o en mejores condiciones. En nuestro contexto se clasifica la «competencia» entre sana ¿y enferma? («una sana competencia»), entre desleal ¿y leal? «competencia» («una competencia desleal»).

Competir es una acción que se realiza desde el origen de la humanidad. En el contexto bíblico, Isha quería ser igual a Dios y por ello desobedeció el mandato que especificaba no comer del fruto prohibido, ¿inicio de la competencia? y como consecuencia tuvo que vivir fuera del Edén y su nombre fue cambiado a Eva; uno de sus hijos compitió con el otro y murió por ello.

En el contexto deportivo, las olimpidadas griegas son el perfecto ejemplo de la competencia, como lo es la cualquier modelo político, que tiene en la competencia su definición, más visible lo es en la democracia. Compiten hombres contra mujeres, madres contra hijas, incluso jefes contra colaboradores, y sobre todo, compiten «los iguales»: vecinos entre sí, colegas, hermanos, etc.

El sistema, «la matrix» está diseñada para competir, sólo hay un primer lugar, incluso en la Mercadotecnia el principio es el «posicionamiento» (¿alguien recuerda el nombre del «Número 2»?). En las escuelas hay un «Cuadro de honor», sólo hay un ganador de los concursos de oratoria, ortografía, canto, baile y ni qué decir del área deportiva. En los centros de trabajo hay un «empleado del mes», y así sucesivamente, en la mayoría de las áreas de nuestra vida existe un sistema de méritos a los que sólo uno puede llegar y es considerado «el mejor», que estimula un sistema de recompensas (sociales, económicas, académicas, políticas, etc.).

Ahora me atrevo a cuestionar, competir, ¿para qué?, «sana» o «desleal», la competencia implica desgaste, se desgastan las relaciones, se gastan recursos y sobre todo, hay un gran desgaste personal, ¿para llegar a dónde?

Y no cuestiono la excelencia y la inversión de esfuerzo, cuestiono el verbo y no el sustantivo.

Si bien la competencia provoca mejores resultados en el sector comercial, tampoco me refiero a ese apartado, sino a la competencia entre iguales, entre  «pares», esa absurda carrera por opacar al otro, por demostrar la superioridad, por ascender, etc. De esta acción surge la palabra rival.

Cuestiono y lamento cuando el propósito personal supera la ética y lleva a destruir y no construir, a desgastar en lugar de consolidar, a tirar en lugar de edificar, a lastimar en vez de sanar, a separar en lugar de unir, a golpear en vez de abrazar, a distanciar y no acercar.

La próxima vez que decidas competir, asegúrate que la escalera por la que asciendes o el camino por el que transitas lleva a un destino, y no simplemente sea un tobogán al vacío…

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