El bien más grande que tenemos es el tiempo. Tiempo es igual a vida. Es un recurso no renovable, no adquirible, no intercambiable e insustituible.

Todos contamos con 1,440 minutos diarios, aproximadamente una tercera parte de este tiempo lo dedicamos a descansar y a actividades inherentes a nuestro aseo. El resto del tiempo (dos terceras partes) se invierte, en el caso de la mayoría de personas, en trabajo o estudio.

Lamentablemente no todos disponemos completamente de este tiempo, es tiempo que, aunque teóricamente nuestro, depende de la interacción de otros, y son esos otros quienes determinan que lo aprovechemos o no.

Aparentemente somos «dueños» de nuestro tiempo, mas la realidad es otra. Un maestro que no asiste a clase provoca que ese tiempo no sea aprovechado para el fin que fue establecido. Un amigo que no llega a tiempo a la cita provoca que desaprovechemos minutos valiosos. Un colaborador que no entrega el trabajo a tiempo causa no sólo un retraso en el cronograma, sino la pérdida de tiempo (personal y de trabajo). Un evento (social, religioso, político, deportivo, de cualquier tipo) que no inicia a tiempo además de generar una mala imagen, implica una pérdida de lo más valioso que tenemos, el tiempo.

«Formal: que cumple sus compromisos o sus promesas con puntualidad y cuidado» (DEM, 2010), entonces, ser formal implica ser puntual y cuidadoso. Puntual obviamente habla del tiempo, y cuidadoso es definido como la «atención e interés en lo que hace, dice, en la manera en que trata los casos o a las personas» (DEM, 2010); desde el tópico que trata este texto, pareciera ser que la definición es redundante, pues una manera de mostrar interés a quienes nos rodean, es ser puntual, no serlo mostraría desinterés; una manera de atender a la gente inicia con la puntualidad, de no ser así, seríamos poco o nada atentos; una manera de tratar bien a las personas es llegar a tiempo, no hacerlo, según esta definición, sería un maltrato.

La mayoría de nosotros hace con sus 84,600 segundos diarios lo que desea, o lo que puede, ya que la mayor parte de nuestro tiempo realmente no es nuestro, es un tiempo compartido. Resta ser, además de formales, respetuosos, ya que al ser impuntuales provocamos que el otro (quien nos espera o depende de nosotros) pierda lo más valioso que tiene, momentos de vida…

Además de formales y respetuosos debemos ser honestos, ya que decir que llegaremos a una hora, o entregaremos el trabajo en determinada fecha y no cumplirlo implica el robo de lo más valioso para todos: el tiempo, la vida. Honestidad es, en este caso, un acto de vida. Significa que debemos decir con precisión el momento exacto en que se realizará la actividad y, de no poder cumplir, habrá que avisar con suficiente antelación para que quien nos espera organice su tiempo y lo invierta como mejor lo considere. No hacerlo nos convierte en desconsiderados.

Ser puntual es una decisión, un acto volitivo que genera beneficios para las partes involucradas

Es necesario, es urgente, es vital ser puntuales

Y en consideración a su tiempo, apreciable lector, hasta aquí dejo la reflexión, pues tengo su tiempo en mis manos…

DEM: Diccionario del Español de México, editado por el Colegio de México.

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