Por Beatriz Pelayo

En la mayoría de las escuelas secundarias los docentes se trasladan al aula del grupo al que imparten clase, la rutina es más o menos esta:

  • Suena el timbre.
  • El docente se desplaza al aula.
  • El docente saca su material (si requiere material multimedia debe instalarlo, encender el equipo, etc.).
  • Imparte su clase, en el ínter nombra lista, revisa trabajos, deja tarea, organiza equipos, etc.
  • Minutos antes de que suene el timbre debe guardar su material.
  • Suena el timbre.
  • Todo inicia de nuevo, cada hora…

Una pérdida de tiempo, sacar, meter, guardar, ordenar e iniciar otra vez, claro que con la mejor de las actitudes.

El aula es un elemento fundamental para el docente, tanto el entorno de aprendizaje como el espacio físico debe permitir y promover un correcto intercambio de conocimientos. Lo recomendable, desde la pedagogía, es que los estudiantes se sientan cómodos, seguros y libres para aprender en un entorno que se adapte a sus necesidades y no sea demasiado rígido.

Lledó y Cano (1994:226) señalan cinco principios para un nuevo ambiente escolar:

  1. El aula debe ser un lugar de encuentro entre unos y otros.
  2. Deben sugerir gran cantidad de acciones.
  3. Debe estar abierta al mundo que le rodea.
  4. Debe ser un espacio acogedor.
  5. Nuestra clase tiene que ser un lugar vivo, un lugar distinto, con personalidad propia.

La organización del aula siempre está relacionada con opciones metodológicas concretas que pueden ser estimulantes o inhibidoras de cada actividad; Pujol (1994) mencionan que los criterios metodológicos que prevalezcan en el proyecto educativo quedarán reflejados en el ambiente y en la organización de la actividad dentro del aula.

¿Cómo lograr esto cuando el docente de educación secundaria no cuenta con un aula propia, fija? En muchas escuelas secundarias se ha implementado lo que se conoce como aula-taller, que es asignarle a cada docente un aula fija, para que sean los estudiantes los que se trasladen cada hora, mas no se ha implementado como política educativa (al igual que en preescolar y primaria).

De acuerdo a las condiciones de cada escuela y a las decisiones que en el Consejo Técnico Escolar se tomen, el aula fija resuelve muchas de las situaciones que los docentes enfrentan cada día, cada hora en cada aula.

Casalderrey (2000) propone tres características a la hora de organizar el espacio:

  1. Pensado para los niños.
  2. Estimulante, accesible, flexible y funcional.
  3. Estético, agradable para los sentidos.

Algunos teóricos mencionan a Susana Pasel como la autora de la metodología de aula taller, en la que «el aula puede convertirse en un espacio en el que todos sean los artesanos del conocimiento, desarrollando los instrumentos para abordar el objeto en forma tal que los protagonistas puedan reconocerse en el producto de la tarea» (Pasel 1999:19). En el mismo sentido, hay autores que señalan que debe ser el equipo de profesores el que organice el espacio del centro, por áreas de conocimiento y sean los alumnos quienes se trasladen de un espacio a otro (Viñas y Delgado, 1988:159).

Como espacio físico, el aula debe ser flexible a las necesidades de los estudiantes dicha flexibilidad debe manifestarse tanto en el mobiliario como en la disposición de los elementos, además, el docente debe disponer de diferentes opciones para la clase de acuerdo a lo que el programa de trabajo indique.

En aula adaptable y flexible se hace un uso más inteligente y eficiente del espacio, si se hace un buen uso se puede facilitar el logro de los aprendizajes esperados, así como promover las actitudes y valores que los centros escolares se propongan, así, el espacio se convierte en un agente educativo que invita a ciertas acciones y condiciona un determinado tipo de interacción social (De Pablo y Trueba, 1994; Laorden, C. 2001).

El espacio se convierte en factor didáctico, ya que permite crear un ambiente estimulante para el desarrollo de todas las capacidades de los estudiantes, la organización espacial es un elemento facilitador del tratamiento a la diversidad en cualquiera de sus aspectos: intelectuales, afectivos, relacionales y motores, además se favorece la autonomía y motivación del equipo de profesores, quienes podrán hacer uso continuo del equipo tecnológico cuando el programa lo permita, ya que actualmente, para optimizar el tiempo de clase no todos los docentes hacen uso de él, así como exhibir los trabajos de los alumnos, lo que no siempre puede hacerse por el tiempo que requiere esta actividad en cada aula que el docente usa.

Con base en lo anterior, y bajo las premisas de la Reforma Integral de Educación Básica, del Nuevo Modelo Educativo y la Nueva Escuela Mexicana (los tres modelos con los que actualmente se trabaja en México), sobre facilitar la construcción del aprendizaje, promover el trabajo cooperativo, teniendo como fin el aprendizaje significativo, en donde el docente es un facilitador que diseña ambientes de aprendizaje, es conveniente que cada profesor de secundaria cuente con un espacio físico en donde tenga a su disposición los recursos necesarios para la tarea de cada especialista del conocimiento, aunado a que de esta manera se aporta movilidad al alumnado.

Las aulas con que cuenta cada escuela secundaria pueden ser reestructuradas y organizadas en función a cada área del conocimiento, el colectivo docente se debe comprometer a hacer de su aula fija un espacio limpio, ordenado y que, sobre todo, cumpla con las recomendaciones pedagógicas antes mencionadas, los docentes promoverán que los alumnos participen en el acomodo y «decoración» de las aulas, así como en su cuidado y conservación, de esta manera, se promoverán también valores y actitudes respecto al sentido de pertenencia de la escuela, contribuyendo así al Programa Escolar de Mejora Continua.

Aunado a lo anterior, se suman los cuidados extremos que, en materia de higiene se deberán tener a partir del regreso a clases ante la contingencia sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2. En algunas escuelas secundarias cada docente cuenta con aula fija, pero en la mayoría no, por lo que propongo que, cuando regresemos a las aulas, a cada docente se le asigne un aula, de esta manera, habrá más control sobre la limpieza y el cumplimiento de los protocolos de higiene, además de que se garantizará el cuidado del mobiliario y equipo.

Cada docente será corresponsable en la formación de hábitos de higiene que los alumnos deberán practicar en casa, sirviendo así como formadores de sus familias.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Casalderrey (2000). Espacio y Juego. Barcelona: Praxis.

De Pablo, P. y Trueba, B. (1994). Espacios y recursos para ti, para mí, para todos. Madrid: Escuela Española.

Laorden, C. (2001). Familia, escuela y convivencia. Madrid: Fundei.

Lledó, A.I. y Cano, M. (1994). Cambiar el entorno. Cuadernos de Pedagogía.

Pasel, S. (1999). Aula-Taller. Buenos Aires: Aique.

Pujol, M. y Mongay (1994). Habilitar el aula. Revista Cuadernos de Pedagogía.

Viñas, M. y Delgado, J. (1988). Redistribución de espacios en la EGB. La experiencia del colegio Martín Codees (Vigo). Cuadernos de Pedagogía.

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