Por Beatriz Pelayo
La Secretaría de Educación Pública (SEP) convocó a todas las figuras educativas del país a participar en dos Webinars que coordinaría la Comunidad Únete, se desarrollaron el jueves 09 y el viernes 10 de julio de 2020, cada uno con tres temas vigentes para la Enseñanza Remota por Emergencia (ERE), dos de ellos ocupan mi atención y el desarrollo de esta reflexión: el uso de los grupos de Facebook, así como el uso de la aplicación WhatsApp (también considerada red social).
A decir de quienes condujeron los Webinars, la respuesta docente fue impresionante, cientos de miles de vistas. Por todos los grupos de las redes sociales se difundió el evento, ¡éxito rotundo! Fueron conducidos de manera amena por jóvenes expertos que invitaron a usar ambas redes sociales durante la contingencia sanitaria, pues los docentes de Educación Básica (y supongo algunos de Media Superior) no contamos con plataformas robustas y un sistema formal para realizar Educación a Distancia.
Este ciclo de Webinars me produjo confusión legal, más que tecnológica o pedagógica. Y es que, hasta marzo de 2020 las áreas jurídicas de las Secretarías de Educación (por lo menos las que conozco) habían sido recurrentes en advertir a los colectivos docentes que se abstuvieran de establecer contacto con los estudiantes (tanto de Educación Básica como de Media Superior) por CUALQUIER red social o sistema de mensajería, esto tendría implicaciones legales y, eventualmente, el docente sería quien perdiera (en caso de denuncia, demanda, etc.) por tratarse de menores de edad (así fuera la comunicación con fines educativos).

En cada reunión (formal e informal) donde se trataba el tema, la recomendación era la misma: NO tengan contacto con los estudiantes por medios electrónicos, remítanse a su aula, dejen que áreas facultadas para ello lo hagan; en el caso de Educación Secundaria sería Trabajo Social o el equipo directivo. Siempre. Y así se hizo durante muchos años: el docente emitía un reporte o citatorio a través de estas figuras educativas, quienes contactaban por diversos medios a los familiares del estudiante (en muchos casos acudían directamente a sus domicilios para dar seguimiento a las inasistencias, seguimiento académico a alumnos enfermos o incapacitados para asistir a la escuela), eran el enlace entre las familias y los docentes.
Pero el SARS-Cov-2 modificó no sólo nuestros hábitos sanitarios, formas de conducirnos en sociedad, de agruparnos (o no), sino la organización escolar y con ello la forma de impartir clases (sobre todo a quienes laboramos en modalidad presencial y, particularmente, en el sector público). En la mayoría de escuelas secundarias, producto de los acuerdos tomados en el Consejo Técnico Escolar extraordinario (marzo, 2020) lo primero que se indicó hacer a los docentes fue crear grupos de Facebook o WhatsApp con los alumnos para, a través de éstos, dar a conocer estrategias, actividades, tareas, comunicados y demás información que fluía cada semana. En algunas escuelas secundarias prevalece la antigua costumbre de asignar un «asesor» que es responsable de un grupo, otras han actualizado sus prácticas y designan un Tutor (figura establecida en la Reforma Integral para la Educación Básica 2011 al que se le paga por dicho trabajo, no así al asesor), de tal manera que, de manera natural, tanto tutores como asesores se encargaron de organizar al grupo a su cargo: crearon grupos de WhatsApp o Facebook tanto de alumnos como de padres de familia para enviar actividades, tareas y la información que durante el último trimestre del ciclo escolar 2019-2020 fluyó vertiginosamente.
Agotador, extenuante, estresante fue esta tarea, ya que algunos alumnos no contaban con conexión a internet, otros sencillamente no contaban con un dispositivo electrónico (teléfono, tableta o computadora) para recibir la información, muchos dejaron de tenerlo porque fueron víctimas de robo, porque ya no hubo dinero para recargar saldo, por descomposturas, etc. Pero al final del ciclo escolar las escuelas pudieron abrir sus puertas y los alumnos acudieron a ellas para enterarse de lo que debían hacer para concluir sus estudios. ¡Vaya tiempo!
Ahora nos encontramos en receso escolar, nos preparamos para lo que viene: una situación ya conocida que será conducida (muy probablemente) con los métodos, materiales y recursos ya conocidos (espero mejorados), lo que fue reforzado por los Webinars antes mencionados y presentados (avalados) por el Secretario de Educación Pública del país. Las cifras mundiales y el comportamiento del virus en este país dejan claro que seguiremos trabajando como el último trimestre (espero mejor organizados), es decir, bajo la modalidad de Enseñanza Remota por Emergencia, para ello nos estamos preparando (sobre todo a través de Webinars y cursos en línea). Entonces mi duda, preocupación y reflexión toma forma: ¿y lo legal?, ¿podría la Secretaría de Educación Pública y la Comisión Nacional (así como Estatales) de Derechos Humanos «cerrar» el vacío legal que se ha producido?, ¿será posible que nos den la certeza que durante el periodo que iniciaremos en agosto, quienes nos conduzcamos de manera ética no seremos intimidados, presionados, inquietados por estar recurriendo a prácticas que antes de la contingencia eran prohibidas? La respuesta podría ser obvia: ¡claro que no!, pero por escrito hasta hoy hay nada.
Para evitar situaciones indeseables, en Educación Secundaria se podría diseñar un sistema de organización escolar que exima a los docentes de tener contacto directo con alumnos y padres de familia. En aquellas escuelas en las que se cuente con personal administrativo suficiente, podrían asignarse grupos a cada uno para que sean el intermediario, así los docentes podrían dedicarse exclusivamente a la tarea académica: diseñar actividades de aprendizaje y retroalimentarlas (la actividad primordial del docente cuando se trabaja en esta modalidad, tarea a la que se invierte la mayor parte del tiempo de trabajo). El contacto con el alumno es inevitable, los docentes recibiremos archivos a través del correo electrónico o en los grupos de Facebook, pero lo mismo es en el aula física, en modalidad presencial: el contacto es inevitable. Lo que esta propuesta pretende es, por una parte, que el docente sólo realice actividades académicas, que la organización de grupos, información administrativa y de otro tipo sean tratadas directamente con padres de familia y alumnos por el personal administrativo (reitero, en aquellos centros escolares que se pueda), que el equipo de Trabajo Social se dedique a lo que sabe, para lo que está facultado y que, en este momento es lo que más se requiere: contención, resolución y apoyo a todo tipo de problemas que surgen durante la actividad escolar. Ahora más que nunca se requiere su conocimiento, sus habilidades concertadoras, conciliadoras para alumnos que están en riesgo en casa, que han tenido pérdidas de todo tipo, que no saben manejar tantas situaciones (ahora cotidianas).
Habrá escuelas que no cuenten con personal suficiente para esta tarea, ahí es donde se propone incluir al personal de apoyo y asistencia a la educación como vínculo entre padres, alumnos y docentes.
Los grupos de Facebook son una opción MUY recomendable, permiten organizar archivos, unidades de trabajo, son lo más recomendable desde mi punto de vista, valoro que la SEP los haya hecho públicos y de una manera tan didáctica, pero conforme escribo mi preocupación incrementa en cuanto a lo legal, y dejo este pendiente a las áreas jurídicas de cada Secretaría, pues ya hay demasiados elementos que inciden en nuestra cotidianeidad y que alteran nuestra paz, que es el mayor factor de productividad…
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