Recientemente me invitaron a participar en la selección de candidatos para un Posgrado, cuando me dieron los expedientes, me sorprendió ver que era más de una caja, por el peso creí que eran muchos los candidatos, cuando me dispuse a analizar las solicitudes me sorprendí con el primero, pues había engargolado su Curriculum Vitae (CV), el documento tenía más de 30 hojas, las cinco primeras eran la descripción de todos los lugares donde había estudiado (desde el Jardín de niños hasta los estudios superiores), así como su experiencia laboral (todos, tuvieran o no impacto sobre su actual profesión).
Jamás había visto esa forma de presentar un CV, hice un esfuerzo mental por no juzgar la razón por la que lo había presentado así y procedí a leer la exposición de motivos para ingresar al posgrado (que finalmente era lo que más importaba), tomé notas y emití una recomendación personal al individuo sobre cómo debía presentar su CV en adelante. Mi sorpresa siguió en aumento cuando abrí el siguiente sobre y tenía un CV justo igual al anterior, engargolado y con todos los reconocimientos que había obtenido en su vida, desde la infancia hasta los Diplomas que regularmente se dan en los Centros de Trabajo del sector educativo por haber participado en cursos, talleres, etc.; emití la misma recomendación y proseguí mi tarea… la sorpresa fue en aumento cuando llegué al décimo aspirante y el modelo de CV era igual, unos más pesados, otros menos pero todos contenían lo mismo: una hoja con sus datos generales (incluído el número de seguro social, datos de contacto, Registro Federal de Causantes, estado civil), seguidos por más de dos hojas con una extensa descripción de todas las actividades académicas, laborales, recreativas y culturales en las que ha participado. Entonces pregunté a los directivos de la Institución si ellos habían solicitado ese formato y me contestaron con toda naturalidad que así se debían entregar, indagué en la Secretaría de Educación de la entidad para la que estaba laborando y mi sorpresa fue mucho mayor, ya que descubrí que en dicha entidad ese es el uso, la costumbre, la forma… Un CV ejecutivo simplemente no existe y por ende, es mal visto entregar uno así.
Mi reto se incrementó, pues ahora no sólo tenía que hacer el trabajo que se me había encomendado, sino que me plantee la meta de concientizar sobre la necesidad de actualizarse en materia de entrevistas no sólo de trabajo, sino la documentación que se presenta, adjunto al dictamen que me fue solicitado de los candidatos al posgrado, entregué una recomendación a la Institución sobre la forma en que los candidatos deben presentar el CV (en ejecutivo, obviamente), ya que es requisito administrativo para el trámite de inscripción; propuse además incorporar los temas de CV, entrevista laboral y negociación en un taller que se imparta durante el último periodo de todas las licenciaturas. Fue aceptada la primer propuesta, ahora entre los requisitos para ingresar a cualquier posgrado se solicita un CV ejecutivo (y se explica qué información debe contener, así como su extensión máxima de dos hojas) aunque creo que la decisión que se tomó por efectos del espacio y peso que ocupaban los CV engargolados, más que por estar convencidos de los argumentos dados, ya que para el trámite de mis honorarios me solicitaro no sólo un CV con los comprobantes adjuntos en fotocopia, sino una solicitud de trabajo (sí, de las que venden en las papelerías).
Todo esto en la «era digital», donde hay recursos como LikedIn que permite ver la trayectoria profesional de sus usuarios, y entramos en un círculo que pareciera vicioso, pues si un egresado presenta un CV ejecutivo en la cultura antes mencionada, será rechazado (como fue mi caso para efectos del pago), si se atreve a enviarlo por correo electrónico con un enlace a LinkedIn podrá ser no tomado en cuenta, ni qué decir si se atreviera sólo a entregar un código QR…
Entonces, ¿quién y cómo se debe actualizar? porque lo más seguro es que los egresados de todas las Instituciones de Educación Superior de dicha entidad federativa (y de los de Media Superior, Técnicos, y Técnicos Superior Universitario) que migren se encontrarán con otras entidades o empresas que requieran CV en su formato «moderno» y me atrevo a pensar que hasta podría ser objeto de prejuicio.
Hoy Bárbara Anderson escribió un interesante artículo titulado «El curriculum ha muerto» en el que plantea algo más que la forma, sino el contenido, el reto ahora para los catedráticos universitarios será enseñar a los estudiantes a plasmar en breve sus competencias profesionales, que obviamente demostrarán en campo y que va más allá de mostrar certificaciones (que parece que están sustituyendo al cúmulo de Diplomas que coleccionabamos antaño y que nos hacen regresar a la pregunta eterna: ¿el documento refleja lo que sabes?, ¿estar certificado te hace competente?). Estoy de acuerdo con Bárbara Anderson, ya no importa dónde ni cuánto estudiamos (ni cuántas hojas tenga el engargolado), sino qué somos capaces de hacer, cuáles han sido nuestros logros… Arduo trabajo tendrán los responsables de vinculación y los académicos para que sus futuros egresados no sólo tengan una buena imagen (física y en la presentación de su CV), sino que sean considerados en las empresas donde soliciten trabajo, ¡vaya reto!
Les dejo el artículo de Bárbara Anderson:
http://www.milenio.com/firmas/barbara_anderson/curriculum-muerto_18_252154827.html
Y además 13 recomendaciones de sitios que les ayudarán a hacer un CV vanguardista (olvídense de la mucha letra, lo de hoy es lo visual):
http://blog.cronoshare.com/herramientas-para-hacer-un-curriculum-vitae-2-0/